Primera toma de contacto con el arbolado

El arbolado, uno de los grandes protagonistas de la dehesa, está compuesto en su mayor parte por especies del género Quercus, principalmente encina y alcornoque, aunque también podemos encontrar otras especies como el rebollo, el fresno o el quejigo.

La presencia de estos árboles permite la obtención directa de gran variedad de productos como el corcho, la leña, el carbón vegetal, el ramón o las bellotas. Y gracias a su presencia, junto a pastos y arbustos, permiten otros aprovechamientos forestales indirectos como la recolección de setas, plantas aromáticas, producción de miel, etc.

Pero este arbolado, además de ser fuente de recursos y tener una función productiva, cumple también en la dehesa otras funciones no menos importantes. Contribuye a la estabilización de la producción de los pastos; sirve de refugio para el ganado y fauna silvestre; ofrece protección frente a la erosión, mejora el paisaje y contribuye a estabilizar el sistema.

Sin embargo, el futuro del arbolado en las dehesas se está viendo amenazado a largo plazo por la falta de regeneración y la afección de enfermedades como la seca, provocando su envejecimiento y deterioro. De ahí la importancia de una buena gestión que permita mantener el arbolado en un buen estado de salud y que garantice su regeneración.

Para evaluar de qué manera pueden afectar al arbolado las distintas prácticas de gestión en nuestra dehesa experimental, estudiaremos el estado de los árboles en los distintos tratamientos.

Comenzamos en marzo de 2021 visitando la finca experimental con idea de recorrer las parcelas seleccionadas para nuestros ensayos.

Foto. Parcela sin pastoreo.

Durante ese recorrido nos fijamos en el arbolado,  en su edad aproximada, densidad y distribución, para tener una idea de dónde podríamos realizar nuestros muestreos con objeto de evaluar el estado general de los árboles en la parcela.

Foto. Parcela con densificación.

Gracias a esa visita y con la ayuda de la tecnología y las imágenes satelitales, establecimos desde el despacho los posibles transectos de muestreo, es decir, los recorridos fijos en los que a lo largo de dos años tomaremos datos de los mismos árboles. De esta forma podremos determinar el estado general del arbolado en cada tratamiento y, además, comprobar la evolución temporal de los árboles seleccionados.

Foto. Transecto determinado en una de las parcelas.

Posteriormente, comprobamos de nuevo en el campo el trabajo de despacho. Además, aprovechamos para marcar de forma definitiva el camino a seguir.

Una vez identificados los árboles, preparamos el material para marcar con etiquetas un total de 60 encinas y 15 alcornoques. ¡Estamos listos para comenzar a tomar datos!.

A lo largo de los dos años del proyecto, el estudio del estado de estos árboles se abordará desde 2 perspectivas, una centrada en su estado fitosanitario y otra enfocada en el estado nutricional.

Para el primer enfoque, hacemos una primera caracterización de la parcela, anotando la densidad, el área basimétrica y la presencia de regenerado y número de árboles jóvenes. Y empezamos el recorrido del transecto donde, para cada árbol, medimos su altura, CAP (circunferencia del tronco a la altura del pecho), estado vegetativo, grado de defoliación y afección de plagas y enfermedades (perforadores, defoliadores, pulgones, presencia de agallas, puntisecado, síntomas de seca, presencia de exudados), daños mecánicos y daños causados por malas podas.

En el caso de los alcornoques, presentes solo en una de las parcelas de ensayo, establecimos un transecto con la intención de tomar datos de aquellos aspectos que pueden afectar también a la producción y calidad de corcho (presencia de chancros, coroebus, daños producidos por la saca). Para ello se llevará a cabo, el año que viene, la toma de muestras de corcho (calas) y el estudio de su calidad en nuestras instalaciones del ICMC.

Tras este primer muestreo hemos visto que el estado de los árboles es, en general, bueno. Aunque en ocasiones encontramos daños mecánicos ocasionados por maquinaria y malas podas.

Y distintas afecciones ocasionadas por plagas.

Foto. Agallas en los amentos de las encinas.

En otoño volveremos para repetir esta toma de datos y, además, abordaremos el segundo enfoque del muestreo para el estudio del estado nutricional de los árboles. Para ello cogeremos muestras de brotes de distintos años, que nos permitan analizar los nutrientes presentes en las hojas.

Hasta entonces seguiremos con el estudio de los pastos y el suelo, toma de muestra y análisis de laboratorio.

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